REFLEXIONES PERSONALES
SOBRE EL TOPÓNIMO "MIRAL"
Nany Martínez
Robert
Pocklington, especialista en toponimia árabe, profundizó especialmente en
cuatro de los milagros narrados en el manuscrito anónimo del siglo XV sobre la
vida y milagros de S. Ginés de la Jara porque en ellos encontró importantes
indicios para suponer que fueron extraídos de un texto árabe anterior escrito entre
el siglo IX y XI. Uno de esos milagros relata la milagrosa curación de un moro
de Granada tras acudir a la ermita del “cabezo de Mirar” buscando sanar el mal
que ningún médico musulmán había sabido remediar y en agradecimiento la colmó
de joyas y valiosos objetos. En un posterior y devastador saqueo, los romanos
robaron esas y el resto de pertenencias donadas por los fieles.
Ermita 1. |
José A.
Molina Gómez, doctor en Historia Antigua, defiende la continuidad de las sedes
episcopales durante la dominación musulmana pese a las escasas referencias
documentales que tenemos sobre sus prelados y afirma que en “el siglo X había
obispo en Cartagena, con título propio de Sede Cartaginense”.
El doctor mantiene que el culto al santo, “atestiguado
en época árabe, se remonta a tiempos visigodos según todos los indicios”.
Respecto al milagro De cómo guareció el santo Ginés a un moro del reino de Granada, coincide en que “estos hechos sólo
pueden ser referidos por una fuente árabe”. Se basa en el uso de “romanos” como
adjetivo con el que los musulmanes designaban a los “cristianos” y argumenta:
“Que los cristianos saquearan la ermita es impensable en el siglo XV. Tal vez
por esto el término romano habría sido respetado por el autor moderno”.
Me ha
llamado la atención el comentario de otro investigador, Bernat Mira Tormo, que
estudia la toponimia vascoibérica y cree que el árabe nunca fue lengua materna
en la península ibérica pese a la dominación musulmana. Él sostiene que solo
fue la lengua oficial utilizada en el ámbito administrativo, religioso y cultural.
Me parece
más probable que los musulmanes llamaran “cabezo de Mirar” al hoy conocido
monte Miral, fuera en el ámbito que fuera, antes de que el entonces infante D.
Alfonso sometiera por las armas este territorio a la corona de Castilla casi a mitad
del siglo XIII, puesto que la conquista musulmana comenzó en la península en el
711. En algunos documentos del siglo XV se le denomina monte de S. Laurés. Hay historiadores
que dicen que así le nombraban durante el periodo en el que los agustinos, a quienes
había traído de Cornellá el victorioso castellano, pleitearon sin éxito reclamando
sus derechos para regresar al paraje después de haberlo abandonado. Con la
intervención del adelantado D. Juan Chacón, fueron los franciscanos quienes acabaron
instalándose en el monasterio en la última década del siglo XV.
Ermita 4 |
El medievalista
Torres Fontes menciona continuamente la “ermita de la Jara” al explicar qué
ocurrió hasta la adjudicación del convento a la Orden de S. Francisco de Asís y
cómo se gestó la leyenda del santo. Él apenas valoraba el
empleo de términos árabes en el manuscrito anónimo del siglo XV y los atribuía al
uso administrativo, aunque reconocía el establecimiento en el lugar de un tipo
de centro religioso musulmán, en el que fe y fortaleza militar conjugaban, antes
de la conquista cristiana y la probable existencia en el lugar de un santón o morabito
muy popular entre los creyentes. Además, el medievalista termina creyendo que
la obra es fruto de la imaginación del autor, inmerso en la corriente literaria
propia de la época.
Vista del monasterio de S. Ginés de la Jara |
Yo me
pregunto, ¿En el siglo XV empleaban administrativa, religiosa o culturalmente
“cabezo de mirar” en vez de cabezo de la Jara? ¿El apelativo lo pusieron los
musulmanes o respetaron el vocablo materno? ¿Es así como ha persistido hasta
ahora tras una leve variación al cambiar la r final por l?
Hace unos
años, escribí un correo a Bernat Mira Tormo preguntándole la procedencia del topónimo
“Miral”. Le hablé del yacimiento arqueológico de Cueva Victoria y la abundancia
de cuevas en el cerro y sus proximidades. Recordad que en la diputación del
Beal, donde se ubica, fueron habitadas por mineros y peones agrícolas que
trabajaban en el monasterio de San Ginés de la Jara. Las del Estrecho de San
Ginés fueron clausuradas tras la tremenda riada de la década de los setenta del siglo pasado. También
le comenté la existencia de un caño de agua termal en las proximidades del
monasterio.
Entrada a cueva Victoria |
Amablemente
me contestó y esta es su respuesta:
"Si como dices hay
“unas cuevas y un río subterráneo dentro del mismo Monte Miral”, parece
bastante claro que pudiera ser un lugar sagrado para los iberos, debido a que
desde la más remota antigüedad, algunas “fuentes”, “montes”, “arboles” y
cuevas”, solían ser lugares sagrados para ellos.
MIRAL, lo podemos traducir por MIR-AL, de MIR =
“río”, y AL = “el” o “la”, con el significado de “del río”. Y Monte Miral =
“monte del río”.El radical MIR = “río”, es uno de los más abundantes en nuestra toponimia, desde la más remota antigüedad, como vemos en los antiguos nombres ibéricos de MIRABRIGA, y MIROBRIGA, que traducimos por MIR-A-BRIGA de MIR = “río”, A = “el”, y BRIGA = “subida del río”, = “puente”. Con el significado de “subida del río”. Y MIROBRIGA, lo traducimos por MIR-O-BRIGA, de MIR = “río”, O = “alto”, y BRIGA = “subida del río”, = “puente”. Con el significado de “subida del río del alto”.
La mayoría de los nombres de topónimos que
empiezan con la radical MIR, suelen referirse a un río. Como vemos a
continuación:
MIR = río,
MIR-A = el río.
MIR-O = alto del río.
MIR-ANDA = río grande.
MIR-A-VETE = bajo del río.
MIR-A-VET = bajo del río.
MIR-A-BETE = bajo del río.
Las palabras MIR = “río”, Tiene muchas posibilidades de ser el origen de las palabras: << MIRALL = “espejo”, en valenciano, MIRAIL = “espejo”, en vasco, MIROIR = “espejo”, en francés, y MIRROR = “espejo”, en inglés. Pues empiezan todos con la radical MIR = “río”. Y antes de inventar los espejos, se podían MIRAR en el “río”."
Mi
curiosidad aumenta al leer el trabajo de Rosa Pedrero, realizado en el marco
del Proyecto PS90-0259 de la DGCYT, cuyo objeto es rastrear la presencia del
hidrónimo “mira” y sus variantes en la península Ibérica para establecer su
área de implantación y confirmar su filiación, así como sus posibles
testimonios en la toponimia europea. Su análisis se centra en el hidrónimo, sí,
pero a fin de cuentas es el nombre de cualquier accidente geográfico relacionado con el agua. Salvando las diferencias, quizás de pistas para seguir
el rastro del topónimo Miral.
Rosa
Pedrero concluye que: “Los topónimos, en general, y los
hidrónimos, en particular, presentan, a veces, dificultades de análisis por
haber sufrido deformaciones sucesivas debido a causas diversas, y estas
dificultades son aún mayores si el hidrónimo en cuestión no está documentado más
que en fecha reciente. En el caso de Mira tenemos la seguridad de que se trata
de un elemento prerromano por hallarse documentado en fecha antigua en
topónimos hispanos y en epítetos teonímicos”.
En
Europa, el hidrónimo está representado, igualmente, por formas cuya etimología
nos hace sospechar, a veces, que estamos ante variantes de otra raíz, mucho más
documentada, que es la de *mar/*mor- 'agua detenida'. Krahe no detectó la
presencia de este hidrónimo en Europa, quizá por la dificultad que plantea la confusión
en muchos casos con formas de esta raiz. A pesar de todo, creemos que se trata
de un hidrónimo indoeuropeo perteneciente al estrato paleoeuropeo.
Asegura
que: “Los hidrónimos indoeuropeos suelen estar relacionados con raíces que
significan 'agua' o acciones relacionadas con el agua: «fluir», «manar», etc.,
o bien con adjetivos descriptivos del curso de agua. Las propuestas
etimológicas para Mira nos llevan por varios caminos. Uno de ellos es que
estemos ante una raíz *meir/*moir-/*mir-, en cuyo caso, podría tratarse del
sufijo *-r añadido a la raíz de *mei- 'viajar, errar' (…) Por otro lado, esto
nos llevaría al problema de la heteróclisis al haber formas en -r junto a
formas en -no La segunda vía nos lleva a relacionarlo con el adjetivo latino
mirus «sorprendente», 'asombroso', pero esta palabra no cuenta con una
etimología unánime en latín y el sentido que originariamente tiene en esta
lengua no es el más adecuado para un hidrónimo. Otra posibilidad es que esté
relacionado con la raíz que ha dado latín merus 'puro', que es adecuada desde
el punto de vista semántico, pero que obliga a partir de las formas en el del
tipo Mera. De todos modos, no se puede excluir que algunos de los topónimos de
este tipo tengan un origen a partir del propio adjetivo latin (…) A nuestro
juicio, la hipótesis etimológica más verosimil es que se trate de un adjetivo
*meiros que aparece testimoniado en a.esl. mirit 'paz', a.lit. mieras, let.
miers, albo mire 'bueno', 'hermoso' y cuya raíz aparece en otras lenguas con
diversos sufijos, por ej., lal. mitis 'tranquilo'. La ventaja de esta hipótesis
es su exacta correspondencia formal con nuestro hidrónimo y el hecho de que es
frecuente la presencia en las lenguas bálticas de apelativos que están
presentes en la hidronimia paleoeuropea. Desde el punto de vista semántico, la
noción de 'tranquilo', 'en calma' puede ser adecuada para un hidrónimo”.
Al fondo, el Mar Menor |
Y
Sigo preguntándome. ¿Es posible que los primeros habitantes del monte o la zona
que rodea el Miral consideraran al Mar Menor un apacible río o lago que
desembocaba en el Mediterráneo? Empecé reflexionando sobre el nombre del cabezo
en el manuscrito anónimo del siglo XV y termino enredada en topónimos
indoeuropeos. Esto de querer saber es lo que tiene, la aventura consiste en que
ignoras a dónde llegarás.